Todo empezó con una subida que me dejó sin aliento… literalmente.

Era agosto y el calor apretaba.

Mi hermano me convenció para subir al Mulhacén. Con casi 40 años, dos hijos, y un cuerpo que ya no respondía como antes, pensé que iba a ser una simple caminata. Pero lo que no sabía es que, al final de esa subida, mi vida daría un giro que nunca había esperado.

La subida fue dura.

Muy dura.

Los metros parecían kilómetros. Las piernas pesaban y el aire cada vez era más difícil de encontrar. Me preguntaba una y otra vez: "¿Por qué estoy haciendo esto?". Pero algo dentro de mí me empujaba a seguir. Y no era solo la montaña. Era algo más grande.

Ahí arriba, en la cima del Mulhacén, lo vi claro:

Llevaba años viviendo una vida que no era mía.

Sí, hacía todo lo que “tenía” que hacer, pero no hacía nada por mí. ¿Cuándo fue la última vez que me sentí realmente vivo? Ni siquiera lo recordaba. Estaba perdiendo algo esencial: mi libertad.

Y ahí lo decidí: tenía que cambiar.

Al bajar de la montaña, no solo dejé atrás una cumbre. Deje atrás excusas, malos hábitos, la sensación de estar atrapado en una rutina que me apagaba. Decidí empezar a correr. No por moda, no por deporte. Corrí porque necesitaba encontrarme a mí mismo de nuevo.

¿El resultado?

Cada zancada me acercaba a una versión mejor de mí. No solo físicamente, sino mentalmente. Me volví más fuerte, más enfocado y, sobre todo, más libre. Aprendí a cuidar mi cuerpo, a ser más disciplinado, a retarme cada día. Y descubrí algo que jamás imaginé: correr se convirtió en mi filosofía de vida.

Lo mejor de todo fue cómo esto impactó a mis hijos.

Me vieron más feliz, más presente. Empecé a enseñarles, no con palabras, sino con hechos, que la disciplina y el bienestar no son opcionales, son esenciales. Que para ser verdaderamente libre tienes que cuidarte, tienes que moverte, tienes que buscar siempre ser mejor. Porque si tú no lo haces, ¿quién lo hará por ti?

Ahora ayudo a otros a encontrar esa libertad.

Ayudo a personas como tú a encontrar lo que yo encontré ese agosto en la cima del Mulhacén. No se trata solo de correr. Se trata de recuperar tu vida. Se trata de construir hábitos que te hagan más fuerte, más libre, más pleno. Y lo mejor de todo: no importa si tienes 20, 30 o 44 años como yo. El cambio empieza hoy.

¿Quieres descubrir cómo puedes cambiar tu vida? 

Te lo contaré paso a paso en mi newsletter. No hay fórmulas mágicas, pero sí te prometo esto: cada pequeño cambio te llevará a una vida más libre y más plena. Si yo pude hacerlo, tú también puedes.